Por Eleonora Zuleta Patiño (“>)
Es muy común encontrarnos con muchas personas que viven su día a día hablando de lo mal de la situación, de que no puedes esto o aquello, que es imposible lo otro, que nunca se podrá lo que sea, que no, no, no, no, no...
y engancharse en eso es muy fácil. El detalle está en que al hacerlo, debemos pagar un precio muy alto para cada uno.
Ya hemos conversado (en nuestro segmento en radio) sobre lo mucho que nos contamina la conversación negativa y sus efectos en nuestro ser (mente, cuerpo, alma y espíritu) y en los demás. Ahora bien, y ¿qué sucede con lo que escuchamos? ¿nos afecta igual?. Sin duda alguna, la respuesta es afirmativa.
Es un hecho biológico que nuestros oídos están físicamente abiertos y oyendo 24/7, a menos claro que presentes alguna patología o discapacidad, pero del resto por ese canal se recibe cualquier cantidad de sonidos y ruidos sin discernimiento. Este es el acto biológico que se llama oír. Pero también existe el hecho que somos capaces de seleccionar aquello a lo cual queremos prestar atención con detenimiento, eso es lo que se conoce como escuchar. Oír es mecánico, escuchar es consciente.
Orejas de pescao se refiere al acto consciente de seleccionar lo que queremos y por cuanto queremos escuchar algo o a alguien.
Cuando estamos en las terapias abiertas en el parque es muy común que los sonidos alrededor puedan significar un distractor a lo que estamos haciendo, de hecho, muchos profesores no les gusta hacer meditaciones después de las 7am por la cantidad de ruido. Por el contrario, nosotros hacemos las mismas cerca de las 11 am donde el bullicio se hace presente y la cantidad de personas aumenta. Y se han logrado hasta dormir.
Las orejas de pescao se activan cuando te haces consciente de lo que sucede, sonoramente hablando, en tu entorno. Te das cuenta que hay múltiples tipos de sonidos: naturales, creados, armónicos, agradables, desagradables, molestos, conocidos, desconocidos, externos y hasta internos (si nosotros tenemos sonidos en nuestro interior: corazón, respiración, intestinos, sangre...), conversaciones, música, gritos, llantos, risas, quejas, felicitaciones y un largo etcétera.
También podemos escuchar las conversaciones, las canciones, las noticias. Así podemos estar informados de muchas cosas que están sucediendo, buenas y malas. Agradables o desagradables.
Es un acto de mucha responsabilidad para con nosotros mismos aprender a seleccionar lo que escuchamos a fin de evitar que podamos contaminarnos o desgastarnos emocionalmente.
Si te das cuenta, cuando pasas mucho tiempo escuchando noticias negativas, bien de tu país o ciudad o de otro país, empiezas a notar cómo tu actitud cambia. Estar constantemente escuchando sobre violencia, inseguridad, escasez, pobreza, falta de esto o aquello, genera un desgaste en tu manera de percibir el mundo que sencillamente, te pone en un estado de alerta constante que hace de ti un ser muy aprehensivo, desconfiado, miedoso, falto de auto estima, e incluso negativo.
La vida, afortunadamente, nos da la oportunidad de poder decir alto a lo que queremos escuchar o no. Esto nos hace más sanos y saludables en cada aspecto de nuestras vidas.
Las orejas de pescao son una metáfora para decir que puedes seleccionar lo que escuchas y por cuanto tiempo. Por ejemplo, en mi caso, reduje el consumo de noticieros diarios. Antes, hace más de quince años, escuchaba noticiero a las 5:30 am mientras me arreglaba para ir al trabajo, luego escuchaba los comentarios de los periodistas, después, leía el periódico. Al mediodía, en el almuerzo, otra vez noticiero. De regreso a casa, las noticias y sus comentaristas. A la cena, el resumen de noticias del día, y antes de dormir, claro, las noticias ampliadas, las cuales incluían muertes, asesinatos, robos, etc., etc., etc., etc. Resultado, angustia, una linda gastritis, mucha alergia y un sin fin de malestares incluido un poco de irritabilidad (¡Gracias a Dios la risa siempre me ha acompañado!).
Desde hace poco más 7 años, tomé la decisión de escuchar menos noticias. Era el noticiero del mediodía y el de la noche, pero sentía que no descansaba, y compraba al menos 3 periódicos los domingos, que traían entre otras cosas las columnas de los expertos en política, economía, mercadeo, con análisis poco alentadores. Si bien alcancé algunas metas, todavía me sentía angustiada y que no era posible nada. Dejé pasar muchas oportunidades de viajar o hacer algo "porque la situación no era la apropiada" "endeudarse con las tarjetas de crédito es fatal en este momento"
Y hoy día solo escucho el resumen de los titulares de prensa en la mañana y el resumen televisado de 5 minutos por la noche. A veces es solo uno de los dos. Y los fines de semana, ninguno. Solo leo las revistas dominicales y por Internet (pero los lunes cuando enciendo el pc). El resultado, hoy día soy más saludable, más optimista (aunque a veces decaigo es normal), me embarco en nuevos proyectos, me atrevo a endeudarme (con cautela) con las tarjetas de crédito, soy más responsable de las conversaciones en las cuales me involucro y escucho. Y lo mejor, me siento mejor conmigo.
Las orejas de pescao me han servido incluso para seleccionar las canciones que escucho, sobre todo por el contenido de las letras. Ellas, las letras, envían mensajes a nuestro inconsciente y posterior subconsciente, positivos o negativos. Y de una u otra manera nos modelan el comportamiento.
También me sirven para discernir los ritmos de la música que escucho... acelerado, tranquilo, bailable, para meditar, para dormir.
En el transporte público es casi imposible que pongan la música que te guste en el volumen que te sea cómodo, tampoco puedes decirle a los demás que cambien sus temas de conversación o vocabulario (¡uy!, increíble la cantidad de groserías que pueden salir por una sola boca), pero si eres responsable de lo que quieres prestarle atención y escuchar. Es una habilidad que se adquiere con el paso del tiempo, pero se logra. Bien sea que cargues tu propia música, o si te es posible, te pongas a leer, o puedes soñar o imaginar algo positivo, también puedes orar o rezar.
Mi mamá ha desarrollado unas orejas de pescao increíbles cuando sale con sus amigas de ejercicio. Sobre todo cuando empiezan a hablar de política, la situación del país, de la violencia, o de alguien. Responde con un rápido "¿Qué?, ¿Ah?, "No sé, no oí, no estaba prestando atención". Y se sacude.
Orejas de pescao también son buenas cuando tienes un proyecto y alguien se entera y te dice "no vale, eso es imposible, no lo vas a lograr". Prestarle atención a estos comentarios es dejarte ganar por la derrota. Responder con un "es posible pero igual lo voy a hacer" es una forma de quitarle fuerza al comentario.
Cuando aprendes a dejar de escuchar lo negativo,
tu tranquilidad crece, tu estima se fortalece
y las ganas de vivir aumentan.
Nos leemos en una próxima entrega
(“>) Eleonora Zuleta Patiño
Hija de Dios. Mujer. Aprendiz de la Vida.
Fundadora de Reír es Vivir
Maestra Practicante en Bienestar y Alegría
Miembro Experto del Consejo Universidad Virtual de la Risa (LOU)
Embajadora del Movimiento Mundial de Yoga de la Risa
Maestra Avanzada Practicante en Yoga de la Risa.
Profesora de Yoga para Niños y Familias
Facilitadora Internacional en Manejo de Grupos
Licenciada Comunicación Social
Técnico en Publicidad