Es increíble el cuidado y atención que se le brinda a un auto de lujo o por lo menos a un auto nuevo de agencia. Prácticamente no se escatima en precio para su mantenimiento y se busca siempre a los especialistas en esa marca específica y se procura siempre usar los repuestos o refacciones originales. Sin embargo, cuando de cuidar el cuerpo, ese que Dios nos dio perfecto único, difícilmente le prestamos atención a las señales de alarma.
Por Eleonora Zuleta Patiño (¨>)