Es increíble el cuidado y atención que se le brinda a un auto de lujo o por lo menos a un auto nuevo de agencia. Prácticamente no se escatima en precio para su mantenimiento y se busca siempre a los especialistas en esa marca específica y se procura siempre usar los repuestos o refacciones originales. Sin embargo, cuando de cuidar el cuerpo, ese que Dios nos dio perfecto único, difícilmente le prestamos atención a las señales de alarma.
Por Eleonora Zuleta Patiño (¨>)
Recientemente di una conferencia a un maravilloso grupo de mujeres sobre el cuidado del cuerpo y el bienestar físico. y me llamó mucho la atención la respuesta que me dieron ante un par de preguntas clave. En ambos caso fue no. Estas preguntas generaron en las participantes una reflexión profunda sobre el tema del cuidado del cuerpo.
Cuando se compra vehículo nuevo siempre nos dan una serie de recomendaciones para su cuidado y mantenimiento a fin de que funcione correctamente el tiempo que esté bajo nuestro cuidado. Se nos indica cada cuánto tiempo se debe llevar al taller, hacer el cambio de aceite y filtros, el chequeo de los 10.000 km, ajuste de la presión de los cauchos/llantas, alineación y balanceo; entre otras recomendaciones. Se nos explica y nos hacen énfasis en que leamos el manual de uso. Se nos explica lo que nos advierten las luces e íconos del tablero de control y que hacer prontamente si se activa alguno de ellos.
Se nos indica que de hacer lo que nos recomiendan la vida útil del mismo se prolongará y que incluso se evitarán problemas mayores o accidentes por fallas debido a falta de mantenimiento. Y muy probablemente, las llevaremos a cabo al pie de la letra, pues queremos disfrutar de tan buena adquisición, y más si se trata de un vehículo de alto costo.
En cuanto a los talleres a los cuales se debe llevar, nos recomiendan los "Talleres Autorizados" o "Talleres Especializados" en la marca. De esta manera, se garantiza las buenas prácticas durante los procesos. Esto me recuerda cuando hace unos años atrás di, junto a mi socio, una serie de talleres a los trabajadores de una ensambladora de vehículos de una reconocida marca europea. Y me encantó su filosofía de capacitación técnica especializada y cómo además la empresa se preocupaba y ocupaba por la formación de su personal, bien con personal nacional o internacional según fuere el caso. Fue una experiencia encantadora, aprendí muchísimo.
Ahora bien, eso es en caso de un vehículo. Pero, ¿Qué sucede con nosotros cuando de cuidar nuestro cuerpo, ese que nos mueve a todos lados, se trata?. Pues, ¡oh sorpresa! lo dejamos a la buena de Dios. Lo descuidamos y no le prestamos atención.
En la conferencia a la cual me refiero al inicio de esta entrada, comenté de dos preguntas a las cuales respondieron que no. Las preguntas fueron:
- Cuando estás manejando por una autopista y al tablero de control de tu carro se le enciende una luz de advertencia de mal funcionamiento bien sea radiador, sistema eléctrico, sistema de frenos ¿aceleras e ignoras esa advertencia? La respuesta fue un indubitable ¡no! ¡me orillo rápidamente sino se me daña el carro!
- ¿Cuántas de ustedes hacen el reposo correctamente cuando se los indica el médico? La respuesta fue un rotundo silencio. A ver, levanten la mano quienes guardan el reposo correctamente. Salvo esta servidora, nadie levantó la mano.
- ¿Por qué? ¿Cuál es la razón?
Hablé sobre lo que pasa en nuestro cuerpo cuando nos enfermamos y cómo Dios nos dotó de sistemas de alarma para que podamos recuperarnos prontamente; la importancia del reposo; el movimiento para el cuerpo y, más que hablar, nos movimos; hacernos conscientes de nuestro cuerpo y sus dolores; reconocer cómo nos sentimos en determinado momento y como mejorar nuestro estado de ánimo cuando estamos cansados. Estuvo genial. Al finalizar, todas comentaron que llegaron cansadas, con dolores y afanadas por el día de trabajo pero que la terminar la conferencia (de 90 minutos) salieron totalmente renovadas y relajadas.
Por último, recordamos que Dios nos permite estar en este cuerpo de carne y huesos, y que como mayordomos y administradores del mismo, debemos cuidarlo igual o mejor que si fuese un BMW. Y para realizar su mantenimiento nos dejó un Manual de Vida: la Biblia.
LO QUE ME HA FUNCIONADO
Desde niña, siempre tuve la certeza de que cuando el cuerpo pide reposo hay que dárselo. Que si te sientes mal, hay que reposar y que si te envían un tratamiento médico hay que hacerlo al pie de la letra. Si bien eso me trajo como consecuencia muchísimos regaños por parte de mi mamá, también ha traído sus recompensas.
Cuando laboraba en una reconocida empresa, también fui muy cuidadosa en guardar mis reposos y solicitarlos cuando era totalmente necesario. También trajo consigo rumores, pero mi salud siempre estaba prontamente recuperada y ello llamaba mucho la atención. A lo cual les decía, su cuerpo es sabio, escúchenlo. Hoy día, la psiconeuroinmunoendocrinología, refuerza lo anterior.
En la actualidad sigo reposando cuando lo necesito, aprendo a decir no a lo queme hace daño, evito los excesos y sobre todo sigo aprendiendo a ejercer dominio propio y mayordomía. Por otro lado, procuro siempre buscar los médicos especialistas ante determinadas situaciones de salud, hago mis controles periódicos y por supuesto hacer el tratamiento correctamente.
sino de poder, de amor y de dominio propio..
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